Categoría: Críticas

“Un magnífico libro sobre la esencia del pensamiento científico”

El titular se refiere, como no, al libro de siempre… Pero lo no lo digo yo, sino esta reseña publicada en Madri+d. Es tan elogiosa que he dudado mucho antes de colgarla aquí; quizá iba a parecer demasiado inmodesto o pretencioso. Pero al fin y al cabo, lo cierto es que no le ha pagado un céntimo al autor, que incluso se ha comprado el libro de su bolsillo. Y sería injusto no traer aquí a uno de los mayores expertos en periodismo científico de España. Les dejo con Carlos Elías:

Los libros de divulgación científica casi siempre comenten el mismo error: consideran más importante los resultados que la manera de obtenerlos. Sin embargo, la fortaleza de la ciencia no reside en descubrir el átomo o la célula, sino en el método en que se llega a esa conclusión. Los chinos obtuvieron más hallazgos tecnológicos que los europeos: inventaron la brújula -tan importante en la exploración geográfica-; la pólvora -imprescindible para ganar guerras y obtener poder-; o el papel -fundamento de la revolución de la imprenta-. Resultados valiosísimos en la civilización. Sin embargo, la cultura europea creó algo mucho más osado y singular: una forma de pensar, que llamamos método científico, para acercarse a la verdad y descubrir cómo es el mundo. Los historiadores de la ciencia consideran a Galileo el primer científico moderno, pero él se basó en el griego Euclides y, sobre todo, en Arquímedes. Alexander Pope afirmó que con Newton «se hizo la luz», porque demostró que no hacían falta los dioses para comprender el universo; pero Newton reconoció a los que le precedieron: «Si he llegado a ver más lejos -escribió- ha sido porque he subido a hombros de gigantes». De esta odisea del pensamiento occidental – la construcción del método científico- trata el libro De Tales a Newton, del físico Juan Meléndez, quien sostiene que la ciencia es una tradición: «La ciencia progresa porque cada científico no puede interpretar el mundo ex novo (como hacen hoy los pintores o los grupos pop) sino que se inscribe obedientemente en una tradición».

El libro es enormemente divulgativo, pero no cae en la tentación de ser un cuento de hadas que expone resultados sin demostrar. Alguien dijo que creer en el Big Bang sin observaciones ni ecuaciones es el mismo acto de fe que creer en el Génesis. Como buen docente universitario, Meléndez – que es profesor titular de Física en la Carlos III de Madrid- explica cómo se piensa en ciencia y lo más importante: por qué el método es tan exitoso. Ya señala en el prólogo que la idea del libro partió del curso de Humanidades que suele impartir en la Carlos III. Afortunados son sus alumnos y ahora todos los lectores porque conforme el libro va entrando en materia, sus páginas nos sumergen con tono didáctico y muy riguroso -y esto es de resaltar- en la esencia del pensamiento científico. Y lo hace de la mejor forma posible: primero explicando qué es la medida y, después, cogido de la mano de la disciplina más fascinante que ha creado el hombre: la geometría. Materia injusta y peligrosamente olvidada en los estudios actuales, la geometría enseñó a los griegos a pensar. Platón mandó inscribir en el frontispicio de su Academia «no entre nadie aquí sin saber geometría»: era el precalentamiento necesario para acometer cualquier actividad intelectual. Y Meléndez en su libro nos muestra cómo con poco más que un palo y unas sombras del mediodía, pero con la enorme potencia de la geometría, los griegos calcularon con cierta precisión desde el tamaño de la Tierra hasta su distancia a la Luna o el Sol. Aunque también se equivocaron: Aristarco erró en el tamaño del Sol respecto a la Luna pero, como bien advierte Juan Meléndez, no porque su razonamiento geométrico fuera incorrecto; sino por la imprecisión de sus medidas.

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Críticas: día 100

Y llegó el día 100. Para celebrarlo, este comentario que he recibido por correo electrónico:

Estimado Juan:

Mi mujer nos regaló a mi hijo Fernando y a mi tu libro “De Tales a Newton. Ciencia para personas inteligentes”. Por cierto, un subtítulo muy halagador, pero que puede disuadir a más de uno de emprender su lectura pensando que es un libro muy difícil o muy especializado.

 Me lo leí de un tirón, como si fuera una novela. Engancha y apasiona. Yo no soy científico, soy ingeniero y creo que lo que te propones de «enseñar la manera de pensar de los científicos» está plenamente conseguido. Y también, y esto es para mí lo más atractivo, cómo se han venido haciendo las preguntas y cómo ha sido el difícil proceso de formular las teorías que hoy damos por sentadas.

 El libro se lee de corrido, hasta los apéndices, pero después de terminar se vuelve una y otra vez sobre él. Se tiene siempre cerca. Se repasa.

 Como creo que el libro se merece muchas más ediciones, te señalo alguna errata que encontrado por si quieres corregirla (he copiado las erratas en la página correspondiente de este blog)

En todo caso: ¡Enhorabuena!. Es un libro magnífico, diferente a todo lo que uno está acostumbrado a leer, y tan apasionante como una buena novela. Yo ya lo vengo recomendando y comentando con mis amigos.

 

Un abrazo:

Fernando Gutiérrez del Arroyo

*

Muchas gracias, Fernando. Después de releer tu comentario, voy a tomarme algo fresquito para celebrar el ferragosto… y los cien días del libro. Y para enfriar mi vanidad, no vaya a recalentarse. Feliz verano una vez más.

Críticas: día 99

Continuamos con más opiniones sobre el libro. Copio hoy el comentario que me envió por correo Emilio Olías, profesor de la Universidad Carlos III, y que me ha autorizado a reproducir aquí:

Me ha gustado mucho poder redescubrir la geometría griega y sus aplicaciones prácticas en la construcción de edificaciones de la época.

También la precisión de las medidas sorprende y el constante debate sobre los modos y maneras tan distintos de ver el mundo.

El libro brinda la oportunidad de mirar las cosas – con la mirada limpia de un griego del siglo VI a. de C. – y permite un recorrido por los avances científicos, filosóficos y también sociales que experimentó la muy vieja Europa, terminando el estudio en la figura de Newton. Deja en el lector el deseo de una segunda parte, que cubra desde Newton hacia los tiempos actuales.

Enhorabuena por la publicación, Juan y un fuerte abrazo.

Y sigo con dos reseñas aparecidas en la página de Amazon:

lectura recomendada 29 de julio de 2013

Por ro

Lo mejor del libro : la claridad de las explicaciones.

Este libro destaca por su cuidada redacción y la capacidad del autor para hacer fáciles de entender conceptos del pensamiento científico, retrocediendo en el tiempo y desmenuzando cómo los antiguos pudieron alcanzar conclusiones tan asombrosas para su época. He de confesar que leyendo este libro me he sentido un poco como aquellos pensadores griegos, armado únicamente con mi túnica y mis sandalias, mirando al cielo en una noche estrellada, preguntándome cómo explicar los maravillosos mecanismos del Universo.

Una agradable sorpresa 19 de julio de 2013

Por msr

Me ha sorprendido este libro por varias razones. Primero, por el estilo. A pesar de que el subtítulo «para personas inteligentes» desanima un poco, en realidad es un libro muy agradable de leer, bien escrito y con toques de humor. Soy de letras y reconozco que me he saltado alguna ecuación, pero aún así se sigue perfectamente.

Segundo, por el contenido. Como todo el mundo, sabía quién era Copérnico, pero no tenía ni idea de las dificultades que tuvo que abordar (que además no eran las que me podía imaginar) y de lo difícil que era demostrar que la Tierra se movía. Más todavía con Galileo. Aquí resulta que casi todo lo que creía saber era falso, y además la historia real es mucho más interesante. También me gustado mucho el capítulo sobre Aristóteles, para mi sorpresa, porque nunca le había visto la gracia.

Y en tercer lugar me ha sorprendido agradablemente cuando habla de filosofía de la ciencia, no tenía interés por este tema pero me lo ha despertado.

En definitiva, un libro muy recomendable para entender como ha funcionado la ciencia de verdad, que desmonta muchos tópicos y tiene mucha información curiosa, y que puede disfrutar la gente de letras (aunque sospecho que los de ciencias tampoco estudian mucho sobre estos temas).

Críticas: día 98

Según mis cálculos, el 14 de agosto De Tales a Newton cumple 100 días (en el mercado, se entiende: la gestación fue mucho, mucho más larga). Es decir, hoy es el día 98.

Cien días es el plazo preceptivo en el que toca hacer balance de gobiernos, papas, y hasta entrenadores de fútbol. Así que aquí no vamos a ser menos, y lo vamos a hacer a lo grande: durante tres días: 98, 99 y 100.

Pero las opiniones que cuentan no son las mías sino las de los lectores. Aquí va la de hoy: la que José Manuel Torralba ha dejado en su blog Cosas de la universidad:

     Me encantan las anécdotas sobre Ciencia y Tecnología, especialmente aquellas que rozan con mi ámbito científico, ya que de alguna manera u otra me ayudan a mejorar a la hora de explicar las cosas. Por eso me gustan los libros de divulgación científica. Cuando vi el libro de Juan Meléndez, pensé que era un libro de divulgación científica. Y me equivoqué (en parte). Luego pensé que era un libro que trababa sobre historia de la ciencia. Y también me equivoqué (en parte). Pero cuando empiezas a leer el libro, el propio autor te saca de dudas y te aclara que el libro no va de divulgación científica, ni de anecdotario científico, ni que pretende ser un libro de historia de la ciencia. Y ahí es donde el autor se equivoca, porque este libro, además de otras cosas, es un libro de divulgación científica y de historia de la ciencia, ya que contiene muchas anécdotas y mucha historia.
     El libro pretende acercar la manera de pensar de los científicos, a los no científicos, y la herramienta que utiliza es el desarrollo del pensamiento científico a través de los siglos (desde Tales a Newton), a lo largo de un periodo donde no existía conciencia de que existiera algo parecido al método científico y que por primera vez establece Galileo y de una forma contundente aplica Newton. En palabras del autor, se analiza lo que podría ser la niñez y la adolescencia de la Ciencia, que alcanza una mayoría de edad con Newton, pero tratando de ver las cosas desde la perspectiva del momento histórico donde se producen los pensamientos, las teorías, tratando de evitar el desenfoque que solemos introducir cuando miramos con lentes del siglo XXI escenas de dos mil años atrás. Juan Meléndez aplica al desarrollo científico lo que los buenos historiadores hacen con los acontecimientos históricos, desvestirlos de todos los condicionantes de nuestra sociedad para tratarlos desde la perspectiva social y cultural del momento.
     ¿Y todo esto para qué?  Según Juan, para ayudar a los ciudadanos que no están “en esto de la Ciencia”, a entender y comprender lo que es la ciencia tratando de pensar “como hacen los científicos”. Para ayudar a entender lo que es la ciencia a aquellos que jamás se han acercado (o poco) a este mundo. Y ahí es donde Juan peca de modestia, porque el libro, en mi opinión, puede ayudar a cualquiera a acercarse a este mundo apasionante, pero difícil a veces de entender; pero sobre todo nos puede ayudar a todos lo que pretendemos movernos en este mundo, a entenderlo y entendernos mejor. Leyéndolo he vuelto a ser consciente de mi ignorancia en muchos temas fundamentales, y aun conociendo muchas de las historias que se cuentan, son muchas más las que desconocía. Este libro me ha ayudado a entender mejor lo que hago y porqué lo hago y posiblemente me ayude a mejorar mi trabajo como aprendiz de científico. Por ello creo que es un libro recomendable no solo para aquellos que se quieran acercar a la Ciencia, sino a cualquiera que merodee “en este mundo”, especialmente a los que se están iniciando en él o por lo menos a los que tenemos la sensación de que cada vez sabemos menos. A partir de ahora se lo recomendaré especialmente a todos mis estudiantes de doctorado.
     Y una recomendación más. Este no es un libro para leer con prisas, en un aeropuerto o en un fin de semana aburrido. Es un libro para saborearlo. Para leer con tranquilidad. Para avanzar página a página “sin ansia viva”. Es libro para sillón de orejas, para terraza frente al mar.

Gracias Juan. A partir de ahora siempre veré las estrellas (y la luna, y venus,…) de otra manera.

Gracias, José Manuel.

Y quien quiera animarse a dejar más opiniones tiene los comentarios a sus disposición: no borraré las opiniones negativas 🙂

Una carta…

…recibida hoy por correo electrónico y publicada con permiso de su autor. Cosas así hacen que escibir un libro merezca la pena, aunque no se gane dinero (que no se gana):

Estimado Profesor:

El pasado mes de Junio tuve la gran fortuna de encontrar su libro «De Tales a Newton» en la Feria del Libro de Madrid.

Debo decirle que lo he devorado con placer y que hacía tiempo que no leía un libro tan interesante. Su seriedad en el desarrollo del texto y su interesante forma de presentar la metodología científica seguida por los grandes científicos del pasado me han cautivado. Es un libro serio y riguroso, pero además presenta una nueva forma de contar las cosas.

En la Escuela en la que trabajo tuve la suerte de impartir varios años una asignatura de libre elección sobre «Historia de la Ciencia y de la Tecnología». Lamentablemente, con los nuevos Planes de Bolonia, mi Universidad hizo desaparecer este tipo de asignaturas, por lo que ya no la puedo impartir. Pero sigo con la pasión por este tema y me alegra saber que usted comparte mi gusto.

Discúlpeme por el atrevimiento al escribirle, pero me apetecía enormemente contactar con usted para manifestarle mi sincera felicitación por su libro.

Quedo a su disposición para cualquier tema en el que estime pueda serle útil.

 

Álvaro G. Vitores González
Catedrático de Escuela Universitaria
Dpto. de Física Aplicada
Escuela Técnica Superior de Ingeniería y Diseño Industrial
Universidad Politécnica de Madrid